viernes, 9 de mayo de 2008

Huesos cremados son un nuevo filón para conocer las cultura prehispánica, dice una experta.

Los arqueólogos mexicanos podrán descubrir aspectos desconocidos de las costumbres y las jerarquías sociales prehispánicas a través del filón poco explorado de los restos óseos incinerados en ritos funerarios de las culturas mesoamericanas, dijo hoy la investigadora Ximena Chávez.
"Los restos cremados son una fuente muy valiosa de información, aunque normalmente se pensaba que solo se podían cuantificar, en realidad a partir de ahí se puede comenzar una labor detectivesca para saber cómo fue el ritual, cómo los cremaron e incluso cómo prepararon el cadáver", sostuvo Chávez al presentar su libro "Rituales funerarios en el Templo Mayor de Tenochtitlán".
La arqueóloga explicó que los aztecas incineraban con diversos tratamientos funerarios a sus dignatarios de acuerdo al estatus social de cada persona, y que en Tenochtitlán, ciudad azteca que dio origen a la actual capital mexicana, la cremación era el método más común.
El libro, que originalmente se trató de su tesis doctoral, recibió el Premio del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH) Alfonso Caso en 2003, ya que según explicó la arqueóloga, hasta ahora faltaban trabajos especializados que rescataran el alto potencial de investigación de los restos óseos incinerados.
"La cremación fue un método funerario extendido por toda Mesoamérica desde épocas tempranas", explicó.
En los restos del Templo Mayor de Tenochtitlán se han encontrado hasta ahora unas 150 ofrendas, entre ellas siete sepulturas, correspondientes a los años de 1427 y de 1469 aproximadamente.
Las tumbas encontradas se caracterizan por la presencia de una urna donde se depositaron huesos incinerados, en ocasiones acompañados por ofrendas y también restos de animales.
Tras separarlos y analizarlos, Chávez pudo descubrir cuántos individuos fueron depositados en cada urna, qué edad aproximada tenían al morir y su sexo entre otras cosas.
La arqueóloga repasa en el libro las creencias prehispánicas sobre la muerte y sus rituales funerarios, como la música y las danzas que acompañaban al difunto a la pira funeraria, a través de fuentes históricas de los siglos XV y XVI como las crónicas, documentos pictográficos y los códices.
"Los funerales aztecas eran más complejos que lo que relatan los cronistas", indicó, como el hecho de que existiera un ajuar funerario exclusivo para los rituales de incineración.
Analizó también la tecnología de la pira funeraria, el tipo de combustible empleado (sobre todo carbón y pino) y las temperaturas alcanzadas durante la cremación.
Chávez visitó crematorios actuales para comprender mejor la técnica y consultó con médicos, biólogos, antropólogos, especialistas forenses y químicos.
Entre sus descubrimientos destaca el de que si bien no estaba todo el esqueleto contenido en las urnas, sino tan solo aproximadamente un 20%, sí contenían una muestra simbólica del esqueleto completo, con pequeños pedazos de muchos huesos.
El antropólogo físico Gregory Pereira, quien acompañó a Chávez en la presentación, trazó un paralelismo de esta costumbre con el culto a las reliquias cristianas, y se mostró emocionado de que los demás restos del esqueleto no fueran desechados sino que se colocaran en otro lugar con otros propósitos.
"Quizás algún día encontremos el resto aquí mismo, en el Templo Mayor, y eso abra puertas insospechadas", concluyó.
Fuente: EFE

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